Maite está ansiosa por complacer a su pareja, ella está lista para el anal

Mi esposo seguía mirándome con incredulidad, así que me puse a cuatro patas en la cama. Para que sea más claro para él, extendí mis nalas, mostrándole el camino a seguir. Mike se arrodilló detrás de mí y comenzó a acariciar mi culo con sus manos y su pene erecto. Le dije que estaba lista, y lo aguanté, colocando cuidadosamente la punta en el agujero. Me lo metió muy suavemente, agarrado hasta mis caderas con ambas manos y comenzó a empujar sumisamente. No pude negar que me hizo daño, pero había algo tan morboso en lo que estaba pasando que se subió a los dolores. Poco a poco se fue avanzando hasta que entró tanto como mi ano apretado se lo permitió. Aunque evité gritar en todo momento, mi esposo me conoció lo suficiente para saber que me estaba haciendo daño, por lo que lo acompaño todo con a caricias y buenas palabras para calmarme. Me hizo feliz de saber que estaba cumpliendo una fantasía.